La masacre de Bahía Portete: el intento de exterminar a una comunidad liderada por mujeres
El 18 de abril de 2004, cerca de 40 paramilitares pertenecientes al Frente Contrainsurgencia Wayuu (FCW), liderados por Arnulfo Sánchez, conocido como ‘alias Pablo’, en colaboración con José María Barros Ipuana, alias ‘Chema Bala’, quien era miembro de la comunidad étnica Wayuu, torturaron, asesinaron o desparecieron a seis residentes de Bahía Portete. Entre las víctimas se encontraban cuatro mujeres, incluida una niña menor de 14 años.
Basándose en la implementación de la Metodología de Perfiles de Victimización (MPV) llevada a cabo por el Observatorio, se obtuvo la siguiente información:
Dos mujeres asesinadas, ambas eran lideresas reconocidas en la comunidad. La mujer de 70 años era líder de la Asociación Indígena de Autoridades Tradicionales, mientras que, la de 46 años desempeñaba un papel crucial como comerciante e intermediaria entre la comunidad Wayuu y el mundo no indígena.
Dentro de las víctimas directas de desaparición forzada se encontraban una mujer de 40 años y una niña de 13 años.
En el contexto de la masacre también se cometieron delitos contra la libertad e integridad sexual, amenazas, torturas, desapariciones y el despojo de bienes.
A raíz de este hecho, unas 600 personas se desplazaron forzosamente hacia otros municipios de La Guajira o hacia Venezuela, incluyendo a todas las víctimas indirectas de homicidio y desaparición forzada:
El 54% de los desplazados eran mujeres.
El 88% de las víctimas se reconoce como Wayuu.
El 4% de las víctimas mencionó que antes de la masacre recibió amenazas.
Esta masacre se destaca debido a que la mayoría de las víctimas eran mujeres pertenecientes a la comunidad Wayuu. Además, es relevante señalar la participación de miembros del mismo grupo étnico, como alias “Chema bala” .
Detrás de estos hechos estaba el intento de debilitar los fundamentos culturales de la comunidad de Bahía Portete, mediante el exterminio cultural de una comunidad liderada por mujeres. Algunas características distintivas del caso incluyen :
La selección intencional de las víctimas: quienes fueron asesinadas eran lideresas y custodias de la tradición oral, además tenían roles fundamentales en la crianza y el sustento económico y educativo de las mujeres de su familia.
Sus asesinatos no solo constituyen violencia de género, sino que también representan violencia simbólica: durante los hechos, se cometieron actos de violencia sexual y tortura que tuvieron como finalidad vulnerar los cuerpos de las mujeres en espacios compartidos por la comunidad.
En 2015, la comunidad Wayúu de Bahía Portete fue reconocida como Sujeto de Reparación Colectiva por la Unidad para las Víctimas.
En una Sentencia del 7 de diciembre de 2017, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca declaró la responsabilidad de la Nación Colombiana - Ministerio de Defensa – Ejército Nacional, por los daños generados a las víctimas.